Hace 50 años, uno de los mejores pintores de su época, renunció al éxito internacional por ayudar a su hija que había enfermado. La niña de 4 años había nacido “normal” (¿quién sabe qué significa éso?) y hasta entonces demostraba ser muy inteligente, incluso dibujaba de manera sorprendente para su edad. Pero, de repente, empezó a cambiar. Empezó a encerrarse en sí misma, dejó de hablar, movía las manos compulsivamente, se abstraía, gritaba. El pintor y su mujer, asustados, regresaron de Italia adonde habían viajado para buscar una casa para trasladarse a vivir. El artista era un referente de la pintura figurativa nacional junto a “un tal” Antonio López pero, a pesar de su éxito en España, veía en Europa la posibilidad de seguir creciendo. Volvió a su país y comenzó un calvario para intentar curar a su niña. Médicos, pruebas, diagnósticos equivocados, tratamientos…y más médicos y más pruebas y… Su enfermedad era un gran misterio que nadie supo resolver hasta años más tarde. Mientras la madre cuidaba de la hija, ambas cada vez más desesperadas y perdidas, el pintor desahogaba su rabia y su frustración en sus lienzos y, esa fuerza le llevó a ser Premio Nacional de Pintura La enfermedad se llama AUTISMO El pintor, AGUSTÍN ALEGRE 50 años después, yo, su hijo, acompañado de todo un equipo de grandes profesionales, tengo el honor de presentar la FUNDACIÓN AGUSTÍN ALEGRE, una asociación sin ánimo de lucro que tiene como fines promover el arte figurativo, basado en el dibujo, y, con su gestión, conseguir los fondos necesarios para ayudar a las personas que, como aquella niña, ahora son grandes dependientes.